RESEÑA SOBRE EL CURSO «PSICONEUROINMULOGÍA PARA PSICÓLOGOS. Ampliando la visión del paciente»
El pasado 4 y 5 de octubre pudimos asistir a un curso en GrupoLaberinto de Psiconeuroinmunología para Psicólogos con Iker Martínez, Diplomado en Fisioterapia, Diplomado en Psiconeuroinmunología, Osteópata, Máster en Nutrición y Salud e Instructor de Mindfulness.
Esta formación tan completa y heterogénea del ponente se reflejó en el abordaje que presentó: la Psiconeuroinmunología (PNI) es un abordaje de la salud comprehensivo que aborda la salud como un proceso global. Es una perspectiva interdisciplinar en la que todos los abordajes son importantes, con fundamentos de la Psicología, Psiquiatría, Medicina, Fisiología, Farmacología, Biología Molecular…
Como esquema inicial en el que ir anclando los diversos conocimientos que nos aportó parte de un modelo de estrés general. Como sabemos todos los psicólogos que trabajamos en Clínica, un modelo de estrés general nos puede ayudar a conceptualizar de una manera amplia el sufrimiento del ser humano, y su utilidad está fuera de toda duda. Es ampliamente conocido y aceptado que el estrés crónico genera una gran cantidad de procesos patológicos no sólo en la Salud Mental sino en, de un modo más amplio, la Salud general. Sin embargo, nuestra formación como clínicos no nos ha provisto de los conocimientos suficientes para entender cómo ese mecanismo de Estrés genera y mantiene la patología. Es en ese punto, precisamente, que se inserta la PNI.
A modo de resumen adelantado, la explicación se resume en la interacción de 3 sistemas corporales: El Sistema Nervioso, el Sistema Endocrino y el Sistema Inmune.
El primer apartado del que se parte es de la Hipótesis evolutiva de los 3 cerebros de McLean, que explica el funcionamiento diferencial de las zonas del cerebro en relación a su función en la evolución. Distinguimos el “cerebro reptiliano”, el “cerebro emocional” y el “cerebro racional”, interesándonos en concreto los dos últimos.
Los estímulos amenazantes llegarían al Tálamo, que haciendo uso de la llamada “ruta corta” llevaría la información a la amígdala (“cerebro emocional”), lo que dispararía una respuesta inmediata de estrés frente a la amenaza, concretada en una descarga de Noradrenalina (NA) del Locus Coereleus y la activación del eje HPA.
La “ruta larga” y cognitiva se activaría cuando el tálamo envía la información al Córtex prefrontal (recordemos, parte del “cerebro racional”), de tal modo que éste actuaría sobre la amígdala, inhibiendo su respuesta emocional y permitiendo dar una respuesta más adaptativa a un estímulo no amenazante.
A posteriori se profundiza en tres conceptos claves: la Homeostasis, que son los procesos fisiológicos del cuerpo para mantener la constancia interna, equilibrando las influencias externas e internas al cuerpo; la Alostasis, que es una respuesta fisiológica encargada de que los procesos homeostáticos se mantengan en un rango normal; y la carga alostática, que es el costo para el cuerpo de recuperar la homeostasis cuando nos enfrentamos a un desafío (estresores).
Teniendo presente lo anterior, se define el estrés como un proceso meramente de supervivencia, en el que cada sistema juega su papel:
-El Sistema Nervioso percibe y evalúa la posible amenaza, reaccionando frente a ella con la descarga de NA y la activación del eje HPA.
-El Sistema inmune, cuya función principal es reaccionar y defendernos de las amenazas internas, es activado por diversos desencadenantes, como los patógenos p.ej. Muy importante en nuestro campo es que también se activa por parte del Sistema Nervioso Simpático y por el Sistema Endocrino. Ello dispara la “activación robusta” (IL1/IL6/TNF alfa/INTERFERÓN GANMA) que a su vez actúa sobre la respuesta de estrés del S.N.
-El Sistema Endocrino, cuya función general es aumentar la activación fisiológica para maximizar las opciones de supervivencia, es activada a través del eje HPA, generándose Cortisol en este proceso.
Volviendo por tanto a la “ruta corta” antes nombrada, cuando ésta se pone en marcha tenemos presente una respuesta generalizada e integrada del organismo como un todo frente a un peligro, con el resultado de un importante aumento de Noradrenalina, mediadores inmunológicos y Cortisol.
Debemos, así mismo, entender la respuesta de estrés como una respuesta que va modificándose con el paso del tiempo frente a una situación de peligro:
-En la respuesta de la “primera ola” se pone en marcha el sistema simpático-adreno-medular cuya respuesta más reseñable es la liberación noradrenérgica que nos permite una respuesta del tipo flight-fight frente a la amenaza.
-Sin embargo, cuando por la razón que sea (fundamentalmente el estrés asociado a nuestro estilo de vida actual frente a la respuesta anterior de la “primera ola” cuya función es evolutivamente la que nos correspondía como especie) se da la respuesta de “segunda ola”, con liberación progresiva de CRH, ACTH y Cortisol, nuestra respuesta está más enfocada al mantenimiento de la respuesta flight-fight.
La clave de cómo afectan esas respuestas de estrés es el tiempo que se puede mantener. No olvidemos que la respuesta de estrés genera cambios en el sistema inmune, Cardiovascular, el metabolismo, la alimentación, la reproducción y la memoria, además de otros.
Uno de los sistemas que se afectan con el estrés es la “red por defecto”. Es ésta una red cuyo propósito parece ser generar representaciones internas de la realidad (como cualquier proceso humano, fundamentado en la motivación última de la supervivencia). Es una red independiente de la estimulación del mundo externo. Su funcionamiento ya había sido ampliamente reconocido por practicantes de unas u otras disciplinas, como el budismo, Santa Teresa de Jesús o practicantes actuales de Mindfulness. La importancia de esta red es doble: por un lado, los recuerdos negativos o bien las anticipaciones amenazantes pueden disparar una respuesta de estrés; por otro, las respuestas de estrés pueden generar un aumento en la actividad de esta red, generándose un círculo vicioso del que es complicado escapar, porque además se ha encontrado que no es posible modular directamente su actividad, debiéndonos valer de estrategias indirectas para ello, como el deporte o la meditación.
En último lugar, se desarrolla como el estrés crónico influye en los centros cerebrales, y la afectación que el estrés crónico genera en el SNA Simpático y Parasimpático. Ambos mantienen un equilibrio que se termina rompiendo con el estrés crónico, dejando de inhibir el uno al otro y por tanto perdiendo su función adaptativa.
LA DEPRESIÓN DESDE LA PSICONEUROINMUNOLOGÍA CLÍNICA
En el segundo día, Iker Martinez nos ofrece una visión bidireccional sobre la relación entre cuerpo y mente, es decir, un circuito de regreso del sistema de funcionamiento. En este sentido, brinda una detallada explicación sobre cómo el sistema inmunitario (cuya función principal es el de identificar y eliminar cualquier agente infeccioso que pudiera afectar el adecuado equilibrio del organismo) está estrechamente relacionado con el cerebro. De forma que, la existencia de una desregulación en el sistema inmunitario y un estado proinflamatorio pueden repercutir en la aparición de un trastorno mental. Dentro de los trastornos mentales, veremos uno de los más prevalentes: la depresión.
La depresión puede ser de tipo exógena (en respuesta a una mala adaptación de un evento externo) o endógena (causada por factores internos del paciente), siendo en ésta última donde se centra la segunda parte del curso. Según ésta relación, la aparición de síntomas depresivos puede explicarse en base a las siguientes hipótesis: el funcionamiento cerebral a través de las monoaminas, la presencia de un estrés crónico, una alteración en la activación de la respuesta inflamatoria, el desequilibrio de la flora bacteriana (microbiota) y la presencia de algunos déficits nutricionales.
Las teorías más clásicas que explican el funcionamiento cerebral a través de las monoaminas (serotonina, adrenalina y noradrenalina), nos sugieren que el sistema neuroendocrino regula el sistema inmune a través de los neurotransmisores. Sin embargo, también parece encontrarse un sentido bidireccional a estas teorías, de manera que el sistema inmune influye también sobre el sistema endocrino a través de las citoquinas (inducen a la activación de receptores específicos). En este caso, la activación del sistema inmune que incrementa las citoquinas, desencadenaría una degradación de triptófano generando una deficiencia de serotonina, así como, la hiperactividad en la neurotransmisión del glutamato. La serotonina, a su vez modula la dopamina, de forma que durante la depresión también disminuye la actividad dopaminérgica (asociado a la anhedonia y menor motivación), precursor de la norepinefrina (noradrenalina) y la epinefrina (adrenalina). Los síntomas depresivos provocados por un déficit de estas tres sustancias derivan en diversos síntomas depresivos como son la pérdida de afectos positivos y aumento de afectos negativos.
Durante un periodo de estrés crónico, se produce una activación del sistema hipotalámico-hipofisiario-suprarrenal en el cual, el cortisol, permanece durante un largo periodo de tiempo suprimiendo algunas funciones del sistema inmunológico y provocando una afectación en el hipocampo y en la corteza prefrontal.
El estado de la microbiota intestinal está estrechamente relacionada con los estados depresivos ya que, tiene una función principal en la modulación de las funciones neuroinmune, así como, en la regulación de los niveles de triptófano en sangre.
Una inflamación crónica, que se genera por la presencia por un prolongado tiempo de un agente infeccioso o por un trastorno del sistema inmunológico, provocan la aparición de unos mediadores de la inflamación conocidos como la citocinas con el fin de mantener activado el sistema inmunitario. De forma que si se prolonga la inflamación se activarán otros sistemas, por ejemplo, el endocrino probando síntomas depresivos.
Los cambios en la microbiota (provocado por una mala calidad dietética y déficits nutricionales), conduce a una mayor secreción de citocinas proinflamatorias para protegerse de posibles bacterias, produciendo de esta forma, una desregulación en la liberación de neurotransmisores y neuromoduladores lo que conllevaría a la aparición de síntomas depresivos.