Reseña del Libro “No soy yo” de Anabel González
Anabel González, es psiquiatra y psicoterapeuta, doctora en Medicina y especialista en criminología, apego, trauma, disociación, regulación emocional y autora de varios libros especializados.
En la presente reseña de uno de sus libros más conocidos “No soy yo”, se pretende hacer un pequeño resume sobre su contenido. Éste libro está orientado a profesionales y pacientes como una guía que ayuda a comprender cómo los vínculos afectivos en la infancia con los progenitores influyen en el desarrollo evolutivo psicosocial del individuo, y de las consecuencias psicológicas que se pueden producir tras haber vivido relaciones complejas adversas con los principales cuidadores.
La autora expone a través de breves capítulos, diversos temas que pone en contexto al lector sobre las diferentes formas en las que se fragmenta nuestra mente, emociones, identidad, la forma en la que nos miramos y relacionamos con los demás, a partir de las experiencias traumáticas de apego vividas en la infancia. Nos obstante, dada la experiencia y dilatada investigación de la autora, considera que lo que marca la diferencia entre unas personas y otras es el grado de conciencia sobre el origen de las dificultades actuales y de la capacidad de elegir qué hacer con ello.
El hecho de haber vivido experiencias traumáticas en edades sensibles, tiene como consecuencia una alteración en un patrón de autocuidado, y en la dificultad por conectar y regular los estados emocionales, generando una ruptura de nuestras creencias sobre nosotros mismos, los demás y el mundo. Las experiencias traumáticas prolongadas nos dejaron en una situación de indefensión aprendida y modo que nuestro sistema aprendió a funcionar de forma automática para preservar la supervivencia tratando de adaptarse a las circunstancias, sin embargo, en el presente podemos estar repitiendo ese patrón de respuesta involuntariamente no resultando adaptativo ante las circunstancias y, generando por tanto, un gran sufrimiento. Sólo sanando el origen de esos patrones podremos responder actualmente a las situaciones de una forma más adaptativa.
Del mismo modo, otro de los efectos del trauma interpersonal es que muchas personas no son conscientes de sus emociones, al igual que no lo son su entorno, de forma que tienen un procedimiento habitual de funcionar desde la desconexión, lo que implica no tener conciencia de lo que necesitan para poder satisfacerlo. En este aspecto concreto, la autora da algunas orientaciones que pueden ayudar al lector a un posible proceso de recuperación y reconciliación con las emociones.
Algunas situaciones vividas nos dejaron huella en nuestra memoria, ya que nos sobrepasaron por su intensidad y nuestro organismo no lo pudo asimilar, de tal forma que la persona en un intento por tratar de apartar dichos recuerdos desarrolló inconscientemente patrones de funcionamiento desadaptativos como la desconexión, bloqueos, distanciamiento, rechazo… sin embargo, dado que esos recuerdos, pensamientos, emociones, sensaciones están archivados y almacenados de forma inestable, es posible que reaparezcan en la actualidad en forma de comportamientos desproporcionados y desajustados ante diversos disparadores cotidianos.
Además de la memoria, es posible que algunas personas sientan que su identidad está fragmentada, rechazando parte de ellos mismos, vivenciando conflictos internos… en este sentido, es importante tener en cuenta que la definición de quienes somos y la forma en la que nos miramos a nosotros mismo se aprende de las primeras relaciones con las figuras más significativas de nuestra vida, tomando como modelo la forma en la que nos miraron, nos regularon, nos definieron, y se relacionaron con nosotros. Las partes rechazadas de nosotros mismos, tienen frecuentes similitudes con nuestras figuras significativas.
La autora, en sus últimos capítulos, plantea algunos aspectos importantes a entrenar que orientan a un proceso de recuperación entre los que destaca: la aceptación y tomar conciencia de aquello que hemos vivido como base del cambio para una transformación, recuperar la flexibilidad para generar alternativas, desarrollar la parte adulta con la finalidad de asumir la responsabilidad del cambio, reconducir el diálogo interno y romper nuestras creencias desarrollando una capacidad reflexiva y aprendiendo a cuestionárnoslo todo… asumiendo que para conseguir un proceso de reintegración no se trata de ignorar el pasado sino de procesarlo, y esto es algo progresivo.
La autora, finaliza su libro invitando al lector a una reflexión de hasta qué punto cada uno está dispuesto a trabajar en la dirección de conseguir sembrar las semillas que ha aportado este libro.