Gonzalo Jiménez Cabré. Psicólogo Clínico (PIR). GrupoLaberinto Psicoterapia para la Salud. Intervención psicoterapéutica individual o grupal en trastornos de ansiedad, depresión y baja autoestima, problemas interpersonales y trastornos mentales severos.Experto en el abordaje de problemas de ansiedad y estrés, drogodependencias y otras adicciones
¿De donde surgen las prácticas narrativas en la psicoterapia?
Desde finales del siglo XX han surgido una serie de psicoterapias que se apellidan “constructivistas” o “posmodernistas”. Más allá de un modelo o escuela particular, el constructivismo parte de una visión epistemológica que cuestiona la existencia de una realidad exterior única y objetiva; por contra, plantea la naturaleza intersubjetiva y consensuada del conocimiento (“La construcción social de la realidad”), y otorga al lenguaje y a las narrativas, construidas en un plano interpersonal, la capacidad para configurar nuestra visión del mundo, de nosotros mismos y de nuestros problemas psicológicos, así como la posible resolución (o disolución) de los mismos.
A lo largo de nuestras biografía vamos dando sentido a nuestras experiencias organizándolas como historias o narraciones. White y Epston (1989), creadores de la Terapia Narrativa, piensan que la gente se enfrenta a dificultades cuando vive con “historias dominantes” que están “saturadas de problemas”. Estas historias dominantes son restrictivas, no abarcan partes importantes de la experiencia de las personas y/o las conducen a sacar conclusiones negativas sobre su identidad. Desde esta óptica se va a conceptualizar el proceso terapéutico como un contexto de “re-autoría” o construcción de narraciones alternativas que permitan incluir nuevas experiencias y significados, donde no se haga viable o necesario el padecimiento de los síntomas.
¿Qué características comunes tendrían las terapias narrativas / constructivistas?
A pesar de que dentro de este enfoque podemos encontrarnos elementos diferenciadores que les hacen recibir diferentes denominaciones: “terapias constructivistas” (p.e. Terapia de Constructos personales de Kelly, Terapia cognitivo-estructural de Guidano y Liotti, Terapia cognitivo narrativa de Gonçalves), terapias “postestructuralistas” (p.e. Terapia Narrativa de Epston y White) o terapias “socioconstruccionistas” (p.e. Terapia Colaborativa de Anderson y Goolishian, Terapia Centrada en Soluciones de De Shazer). Comparten sin embargo algunos elementos en común:
- Creen en una realidad construida socialmente, las personas creamos narraciones o historias sobre nuestras vidas, el conocimiento y la identidad se construyen a través de la interacción con los otros.
- La terapia es vista como un proceso conversacional. La forma en la que pensamos y hablamos de nuestros problemas o dificultades puede contribuir a que nos hundamos más en ellos o podamos contemplar nuevas formas de verlos, de solucionarlos o transformarlos.
- Enfatizan la naturaleza colaborativa e igualitaria de la relación terapéutica. Clientes y terapeutas son compañeros o socios en la construcción de soluciones o el desarrollo de nuevas historias e identidades.
- El terapeuta se mantienen empático y respetuoso ante la perspectiva del cliente sobre sus problemas, al cual se le considera “experto en sí mismo”.
- Evitan utilizar un vocabulario de déficit o disfunción, reemplazando la jerga patologizadora y distanciante de las clasificaciones diagnósticas, por el lenguaje de lo cotidiano. Por contra buscan y amplifican las habilidades, fortalezas y recursos de los consultantes.
- Están orientadas hacia el futuro y son optimistas respecto al cambio y a la posibilidad de tomar e implementar decisiones que nos acerquen a lo que queremos lograr en la vida, a lo que preferiríamos hacer y cómo nos gustaría ser.
¿Qué tipo de técnicas son representativas de este abordaje?
La psicoterapia persigue explorar, transformar y expandir las narrativas de los pacientes. Las técnicas o procedimientos terapéuticos pueden ser variados. Sin ánimo de ser exhaustivos se comentarán algunas de las herramientas terapéuticas más utilizadas:
– Externalización: supone hablar de los problemas o síntomas como entidades separadas de la persona, como algo que está afuera (p.e. “la apatía”, “la inseguridad”, “las manías”). Esta técnica ayuda a poner en perspectiva, a desculpabilizar y a promover acciones para solucionarlos. Constaría de los siguientes pasos: nombrar al problema, explorar los efectos del problema sobre la vida de la persona y “desconstruir” o poner en contexto el problema.
– Técnica del rol fijo: Su finalidad es proporcionar una experiencia vivencial al cliente en su medio habitual que suponga una construcción alternativa de su realidad. Para ello se plantea al cliente que juegue el rol de una persona ficticia que no tiene por qué ser completamente contrario a su conducta habitual, tampoco tiene que ser un rol “perfecto”; simplemente, diferente y alternativo. Al terminar esta fase, se suspende el rol fijo y entonces terapeuta y cliente discuten acerca de los aspectos positivos y negativos del rol desarrollado, hasta que el cliente va formulando como quiere organizar su vida.
– Preguntas reflexivas: más allá de permitir obtener información este tipo de cuestionamiento anima a los clientes a movilizar los propios recursos para resolver los problemas tras activar intencionadamente las reflexiones. Tomm (1987) propone ocho tipos de preguntas: 1) Orientadas al futuro (p.e. “¿hay alguna meta en la que todos estén de acuerdo y se imaginen trabajando juntos?” , 2) Preguntas que fomentan la perspectiva de observador (p.e. “cuando aquello ocurrió, ¿cómo te sentiste?, ¿crees que se dieron cuenta los demás de los que estabas experimentando?”), 3)Preguntas inesperadas contra-cambio (p.e. supongamos que hubiera una razón para que persista este problema ¿Qué está pasando para que necesiten mantener estas discusiones?), 4) Con sugerencias implícitas (p.e. si en lugar de permanecer obstinado te disculparas ¿cómo crees que reaccionaría ella?), 5) De comparación normativa (p.e. ¿crees que tu mujer se sorprendería al saber que muchos matrimonios entran en crisis cuando se van los hijos?), 6) Clarificadoras de distinciones (p.e. cuando el niño llora ¿cree que lo hace porque se siente dolido o es para manipularles?), 7) Introductoras de hipótesis y 8) Preguntas que interrumpen procesos o secuencias sintomáticas (p.e. cuando tus padres están en casa ¿discuten tanto como aquí?”)
– La pregunta del milagro. Esta pregunta básicamente invita al cliente a que imagine qué sería distinto si el problema que le preocupa se solucionara. “¿Qué sería lo primero que notarías?… ¿qué notarían los demás en ti?”, etc... Esta pregunta permite que los clientes se den la libertad de imaginar un escenario libre del problema sin censurar sus ideas. La respuesta a la pregunta del milagro contiene las claves para las soluciones al problema y las metas de la terapia.
– Documentos terapéuticos: certificados o diplomas que den constancia de los logros del cliente, cartas, notas textuales de la sesión, cartas de recomendación, cartas de predicción, “declaraciones”, etc. Todos estos documentos pretenden fortalecer las historias alternativas que surgen en la terapia.
– El equipo reflexivo “como si”: Los integrantes de este tipo de equipos escuchan la sesión “como si” fueran distintas personas involucradas en la situación que describen los clientes. Al finalizar la entrevista, los miembros del equipo comparten sus reacciones, hablando “como si” fueran esas personas. Al incluir distintas ideas o voces en las sesiones se transmite la idea de que existen muchas perspectivas y diferentes significados posibles para cualquier evento de la vida.
Si estás interesado/a en profundizar en este tema, se realizará una sesión titulada “Intervención con técnicas narrativas” el 27 de marzo de 2017 a las 18,30h en la sede de GrupoLaberinto.
Os esperamos!