“No soy ni de aquí, ni de allí”: DUELO MIGRATORIO
Los seres humanos hemos emigrado durante toda la historia, las personas constantemente cambian de lugar geográfico buscando mejores condiciones; previamente eran tierras más fértiles, ríos con más fauna… y actualmente se buscan mejores condiciones laborales y de vida.
Sin embargo, una migración trae consigo numerosos cambios, algunos más placenteros y otros más difíciles de digerir. Por un lado, encontramos la ilusión de algo nuevo, la esperanza de mejores condiciones; y por otro, está todo lo que dejamos atrás: la familia, los amigos, las tradiciones, los paisajes, e incluso, la lengua, porque cada país, cada ciudad tienen sus peculiaridades, aunque el idioma sea el mismo.
Todas estas pérdidas constituirían el llamado “duelo migratorio”, el cual es el proceso de elaboración y aceptación de todas estas pérdidas y cambios. Como cualquier duelo, éste tiene distintas fases por las que comúnmente se pasa, aunque no precisamente en este orden, ni por todas ellas:
- Negación: hacer “como si nada”, es decir, la pérdida no hace falta ser procesada.
- Racionalización: se toma consciencia de la nueva realidad, y ayuda a ver qué cosas puedo necesitar o cuáles son los siguientes pasos que debería tomar.
- Rabia: enfado por lo difícil que es el cambio o la adaptación, por no saber cómo funcionan distintos temas en el nuevo lugar.
- Tristeza: cuando se acepta la nueva realidad, es normal echar de menos y sentir tristeza por lo que ya no hay o no está; sentirse en tierra de nadie.
Todas estas fases pueden estar acompañadas de miedo a lo nuevo, a no salir adelante, a equivocarse: “¿y si me pierdo volviendo a casa?”, “¿haré amigos?”, “¿me olvidarán mis amigos?” …
Sin embargo, este tipo de duelo tiene la particularidad de que es múltiple -se pierden muchas cosas a la vez -, es parcial -no es irreversible, como puede serlo la muerte- y, además, es recurrente, puesto que hay un constante recordatorio de las diferencias: la comida es diferente, los olores son diferentes, los motes son diferentes…
Asimismo, el duelo implica un ejercicio de aceptación de la pérdida, y la migración requiere un proceso de integración. Estos dos procesos aparentemente paralelos, pueden causar en la persona un gran malestar: ¿quién soy?, ¿a qué país pertenezco?, ¿Si hago amigos nuevos, olvidaré los anteriores?
Pero exactamente, ¿qué es el duelo migratorio y cómo se si lo estoy viviendo o no estoy pudiendo superarlo? Algunas de las vivencias o situaciones más comunes pueden ser las siguientes:
- A pesar de lograr las metas propuestas, sigue habiendo una sensación de tristeza, de ansiedad o irritabilidad.
- Problemas relacionados con la identidad y autoestima, ya que puede ocurrir que se prefiera una cultura sobre la otra, rechazando la propia o viceversa. Esto puede causar una disminución en la autoestima porque no se tiene claro “quién soy” o pueden interpretarse ciertos rasgos de la personalidad (unidos a la cultura) como deseables. Con el tiempo se puede llegar a esa sensación de “no soy ni de aquí, ni de allí”.
- Por la indecisión de si es mejor el país de llegada o el de origen, no saber si fue buena idea, pensar en regresar… se paralizan muchos proyectos vitales (laborales, afectivos…).
- Constante rechazo de la cultura del nuevo país (“no me gusta la comida de aquí”; “es que la gente en [país de origen] es más simpática” …)
Unas pocas ideas que puede ayudar durante el proceso son las siguientes:
- Pensar en la situación como una oportunidad (de cambio, de crecimiento…)
- Intentar no idealizar ninguna de las dos culturas: buscar mantener las tradiciones que nos gustan del país de origen, a la vez que se exploran y experimentan nuevas tradiciones del nuevo lugar.
- Dar lugar a las emociones que se van viviendo, ninguna es mala, todas son necesarias.
- Buscar crear una nueva red social. Estas personas pueden ayudarte con nueva información, a intercambiar experiencias, o para expresar las emociones. Es igual de importante tener lazos con personas del nuevo lugar, como de personas de tu país de origen con quien recordar la cultura.
Estos procesos son completamente normales y necesarios, aunque puedan tomar un tiempo. Sin embargo, cuando el malestar es muy grande, o hay una sensación muy fuerte de “no poder avanzar”, podría ser necesario pedir ayuda para poder encontrar un lugar donde pertenecer, y poder crear nuevos vínculos fuertes y seguros con personas del nuevo entorno. El apoyo psicológico puede ayudar en la identificación de todas las emociones y en una mejor comunicación de ellas; también puede ayudar a identificar qué está necesitando la persona para poder sentirse mejor, y poder compartirlo con las personas que lo rodean, de forma que se fortalezcan esos lazos.
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