Cómo compartir piso sin que la convivencia se convierta en un infierno
Platos sucios apilados en el fregadero, rollos de papel higiénico gastados que nunca se sustituyen, pelos en el desagüe de la ducha, luces que se dejan encendidas todo el día, música a todo volumen, visitas inesperadas a horas intempestivas… Son situaciones que alteran hasta la convivencia más pacífica, y que no son inusuales en los pisos compartidos.
En España, la costumbre de independizarse recién cumplidos los 18 años no está tan arraigada como en Estados Unidos o los países nórdicos, pero aunque tarde, la mayoría acaba yéndose. Más de uno preferiría emanciparse solo, más a esas edades ya un poco tardías, pero no solo es querer, es poder… llegar a fin de mes. Y es complicado, ya que el alquiler en solitario puede llegar a ‘comerse’ hasta el 85,4% del salario de los menores de 30 años, según datos del Consejo de la Juventud (CJE).
Aunque los protagonistas de la serie ‘Friends’ nos han hecho creer que la convivencia con amigos es sencilla, la realidad es mucho más compleja… y no tan graciosa. Para evitar que el día a día se convierta en un roce continuo hemos pedido consejo a dos profesionales.
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