Antes (y después) del amanecer, del atardecer y del anochecer
Os dejamos un artículo publicado en prensa donde nuestro compañero Ángel Fernández (GrupoLaberinto) es preguntado sobre las relaciones de pareja, antes, durante y después del confinamiento.
¿El desgaste de la pareja en el confinamiento es una distorsión o es al revés y las parejas que no tenían mucho en común, las poco compatibles, han salido a la luz como una realidad inapelable?
Hace años leí en un comic algo que para mí es una verdad como un piano de cola, que las únicas parejas que de verdad funcionan son las compuestas por un tándem perfectamente armonizable: “calzonazos y manipuladora”.
Me eché a reír con cierta lástima, porque, a pesar de ser una magnífica manipuladora (como casi cualquier mujer inteligente que no haya alcanzado el nirvana), no me atraen mucho los calzonazos y por ello mi vida amorosa estaría sembrada, o sazonada, si lo prefieren, de emociones, no todas ellas deseadas.
Según mi ex marido, que además es psiquiatra, dada la condición miserable y débil de cualquier representante del género humano, el destino de la convivencia entre dos seres pensantes que inicialmente se sentían atraídos el uno por el otro es el aborrecimiento. Dice, desde su socarronería incorregible, que el único destino lógico y sano en una pareja de larga convivencia es el desprecio.
_Todo el mundo le tiene manía a su pareja, digan lo que digan_ se muere de la risa.
_Todo el mundo no… también existe el amor…
_No es incompatible.
¿Y ustedes cómo lo llevan, amigos? Después de casi tres meses encerrados, en pleno ejercicio de la desescalada, nos encontramos ante dos opciones a la hora de valorar los problemas amorosos en la cuarentena:
1) ¿Produce tal vez el confinamiento, con la excesiva cercanía y los demás estresores del coronavirus, una distorsión de la opinión que tenemos sobre la relación y sobre el otro? (No en vano, cuando intentamos leer un libro excesivamente cercano a nuestros ojos no vemos las letras con nitidez…)
2) ¿O, por el contrario, es al revés? ¿Está poniéndonos el confinamiento en nuestro sitio, y mostrándonos (el camino hacia el juzgado) tal cual somos?
Antes de la pandemia, las pocas horas que compartíamos con nuestra pareja favorecían un mayor atractivo, y no hablo sólo de la indumentaria (que indudablemente era otra) sino de una actitud más sofisticada y misteriosa, con el encanto que sólo produce el trato ocasional (porque una pareja normalmente está muy poquitas horas al día junta y despierta…) Y toda esa la frescura de lo que uno traía de nuevo cada día al regresar a casa…
Preguntemos a los expertos, ¿el desgaste de la pareja en el confinamiento es una distorsión o es al revés y las parejas que no tenían mucho en común, las poco compatibles, han salido a la luz como una realidad inapelable? Angel Fernández, psicoterapeuta de GrupoLaberinto apunta a la segunda alternativa: “Las dos hipótesis podrían cuajar, el nivel de estrés que supone vivir confinados es alto, sobre todo si hay problemas de salud, económicos o empresariales… es normal que se distorsione la manera de ver al otro. Sin embargo, me quedo con la segunda opción. El confinamiento ha supuesto un experimento afectivo de cómo funciona cada pareja y nos ha hecho ver el estado o la calidad de nuestras relaciones”.
El Equipo de GrupoLaberinto